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03 de octubre - Jain

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  A veces, algoritmos, recomendaciones y curiosidad de por medio, un egresado de Letras cae en músicas de meridianos que no frecuenta. Es una situación anómala en su vida actual: fue educado en el rock argentino, inglés y estadounidense, sensorialmente con el objeto disco como modelo de escucha, a la par que desconfiaba de la imagen (eso es pop); ya no adquiere discos y a duras penas tiene la disposición de tiempo y ganas para sentarse a escuchar; se siente perdido cuando ingresa a otras dimensiones sonoras de las que desconoce parámetros e historia (no vaya a ser que se vuelva fan del equivalente italiano del Palito Ortega dictatorial, o del Arjona de Turquía, o la Tini de Malasia, ¡qué horror!). Pero el deseo de contradecirse y revisar los presupuestos es muy de Letras, y ahí anda, metejoneado con una compositora, guitarrista, letrista y cantante francesa, que encima ¡canta en inglés!   Como otras veces, sus oídos ya tenían a Jain, pero no su conciencia: Makeba, su hit mundial, sonó

02 de octubre - recuerdos de una noche de debate presidencial

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  Eran pasadas las diez del domingo, y a esa hora seguía despierta. Inusitado. Mientras un egresado en Letras se deprimía porque a los/as candidatos/as no se les caía una idea en el bloque sobre Educación (en realidad, hubo varias, pero de una pobreza e irrealidad que...), mientras se carcomía por dentro porque sigue esquivando el bulto a la línea del frente (hace cuánto que debería estar como docente), porque el futuro se avizora mucho peor de lo que ya es...  La había abandonado unos cuantos minutos para que se arregle con la tablet, y de golpe interrumpió la atención sobre el debate, y lo hizo recorrer toda la casa varias veces para buscar su gorrita. ¿Para qué? Caprichos de infancias. O será que escuchó a Myriam Bregman decir que los pibes con gorrita no necesitan más estigmatización. Fuese lo que fuese, lo invitó a bailar. ¿Qué?  Entre sus juegos habituales, figura andar a caballo y pelear como Juana Azurduy. El egresado de Letras no quiere caer en sensiblerías, aunque se permite

07 de septiembre - angustia

  "Tenía su billete de 200 pesos y lo gasté. La angustia que tengo todavía", confesó. El centro está en el posesivo "su": su hija era la propietaria, y lo atesoraba en su campera, desde que había recibido, a modo de juego, ese vuelto en algún negocio. Por azar, lo sacaba del bolsillo, prolijamente doblado en ocho, en alguna de las habituales caminatas por el barrio; o, aleatoriamente, durante el momento de pagar alguna compra. Siempre volvía a guardarlo, doblándolo con esmero. "Acaso su primer talismán", pensó, y evitó, por una vez, combatir un gesto que podría volverse manía con el tiempo (como hace cuando la ve alisar una alfombra antes de cepillarse los dientes, o cuando saca todo bártulo del inmenso futón antes de sentarse en un rinconcito de él, o cuando etc.) y resistió con decisión al sentido común de la higiene (casi sin culpa, a diferencia de tantas otras equivocaciones). ¿Fantaseó con guardarlo hasta algún punto lejano del futuro?  Como sea, en d

06 de septiembre - mercado interno

  Los precios, por las nubes. Biyuyas, morlacos, verdes, no parecen alcanzar los nombres para las cifras. O sí, pero se nos acumulan las historias que concibieron esas palabras y nos da miedo de que, alguna vez, alguna otra vez, las palabras no alcancen.  Como sea, los preconceptos separan los libros de la plata como dos cosas separadas. Un imposible, porque cualquiera sabe que leer cuesta plata. "Alguien siempre paga la justicia social, los derechos", dijo, más o menos, un célebre candidato -¿cómo lo recordaremos? ¿Como una advertencia? ¿Como un presente pesadillesco?-, y nadie más que quienes leen lo saben. Bueno, y los que sólo pueden comprar para comer. Incluso cuando se lea de garrón, de bibliotecas públicas, los libros pesan en metálico o cuentan como cifras digitales.  En charlas con gastronómicos, un parámetro de la cosa es cuánto cuesta el menú ejecutivo, así como hay un índice Big Mac para algunos académicos y portales. ¿Cuántos almuerzos cuesta un libro? Mientras b

05 de septiembre - hacer, no hacer

  ¿Por qué leemos en el colectivo? Que un poeta idee una larga tirada de versos, libres, que simule ocuparse del tema mientras tuerce y retuerce la lengua para decir otra cosa, completamente tirada de los pelos, amablemente. Mientras tanto, un egresado de Letras sale a comprarse un sanguchito (el colesterol puede ser un modo de que el paso del tiempo haga alguna mella en alguna parte) y mira, desde la vereda de enfrente, en diagonal, el local de la bonita librería Mercurio -homónimo de la disquería del Patio del Liceo, a la que siempre se prometió ir, y sólo se acercó un día en un horario en que, por supuesto, sabía que estaba cerrada.  En la mochila hay un ejemplar de "La novela de Perón", de Tomás Eloy Martínez; hoy reinició su lectura durante la madrugada, en un colectivo donde evitó mirar a los costados, jugando a levantar la vista justo cuando debía bajarse (hoy falló, y coincidió el final de un capítulo con la llegada a Thorne; no daba para empezar otro): hay un informe

04 de septiembre de 2023 - Unas preguntas

  "¿Qué hace un egresado de Letras?", podría ser el perezoso título de una charla a interesados en la carrera de Letras. Camino algunas cuadras de los alrededores de mi trabajo, a la espera de que el almuerzo que encargué esté listo para retirar. Fantaseo, entretanto, qué otra cosa hacer. "¿Y si testimonio qué hice hoy por la literatura?", se me ocurre, con algo de ternura por lo ridículo que puedo ser. Llego a la librería de la distribuidora Nativa, en Díaz Vélez y Río de Janeiro, repaso su vidriera, libros que nunca llegaré a leer, libros que no podré comprar, libros que aparecen con una urgencia que mañana olvidaré, y vuelvo a la fábrica de pastas, imaginando al vendedor enojado por mi demora, y a mí exponiendo las razones de mi retraso. "Disculpe, señor vendedor, pero quise ver las novedades de la librería". Y ése fue mi aporte a la literatura; eso hace este egresado de Letras.